En honor al día de la desaparición de Jayananda Prabhu el 1⁰ de mayo, presentamos el siguiente recuento, extraído de una carta de Kalindi Dasi a su maestro espiritual, Candramauli Swami. — Giriraj Swami
Milagro en el hospicio — Sirviendo a la madre de Jayananda
A mediados de julio empecé a llevar tilaka en mi trabajo en un centro de cuidados paliativos. Pensé que ya que muchos otros practicantes espirituales expresaban su fe llevando cruces, palomas, hilos de seda, pentáculos y otros cosas, yo llevaría tilaka, que le dice al mundo que soy una devota del Señor. Y he encontrado que llevar tilaka en el trabajo ha abierto la puerta a preguntas y conversaciones espirituales.
En la mañana del lunes 6 de agosto de 2007, después de nuestros informes y chequeos diarios del personal médico, comenzamos a hacer nuestras tareas habituales de atención a los pacientes. Como nuestras instalaciones cuentan solamente con diez camas, podemos brindar cariño de manera individual a cada paciente. Muchas veces, mientras cuido o baño a pacientes que no pueden hacer este tipo de tareas por sí mismos, recito o canto el maha-mantra Hare Krishna. Esa mañana me tocaba cuidar a una señora llamada Jane Kohr, que estaba con nosotros desde hacía casi una semana. Ella era una persona cortés y amable, y yo disfrutaba el tiempo que pasaba con ella. Alrededor de las 8 de la mañana del 6 de agosto, entré en su habitación y noté que se estaba acercando al momento de abandonar el cuerpo. Ella no estaba respondiendo a indicaciones verbales, y su cuerpo estaba flácido. Canté el maha-mantra una última vez, mientras que recibía su baño final. Personal del hospicio llamó a su familia, que siempre era amable y agradecida por su atención. Cuando terminé, hablé con algunos de los miembros de la familia en el pasillo. El nieto de Jane se me acercó para darme las gracias y luego señaló su frente y a mi tilak y me preguntó si yo era Hare Krishna. Sonreí y le dije que sí, que era una devota de Krishna. “Bien”, dijo, “entonces tal vez usted sabe de mi tío Jayananda”.
“El famoso Jayananda?”, pregunté.
“Sí”, dijo. Y me contó cómo su tío había construido las carrozas para el Ratha Yatra. Luego entró en la habitación para informar a su madre que yo era Hare Krishna.
Gaynelle, la hermana de Jayananda Prabhu, salió de la habitación y dijo que estaba muy contenta de que una devota de Krishna cuidaba a su madre. Toda la familia expresó que significaba mucho para ellos. Gaynelle siguió diciendo que no podía creer que yo era Hare Krishna. Me dijo que se lo había dicho a su madre, pero no estaba segura de que podía oírla. Le dije que tenía la impresión de que ella ya lo sabía, y sonreí.
Jane, una nieta, mencionó que se acordaba de su tío preparando muy buena comida de la India y ofreciéndola a Dios, y de la familia sentada en el suelo comiéndola. Recordó su ropa de devoto y lo feliz que era. Jane dijo que él había estado bastante deprimido antes de conocer a los devotos.
Le hice saber a la familia de Jayananda Prabhu que durante el festival Ratha Yatra colgamos una bonita foto de él junto a la foto de Srila Prabhupada. Me contaron que un viejo amigo de Jayananda (que no es devoto) se encontraba en Durban, Sudáfrica, hace varios años, y de casualidad vio su primer festival Ratha Yatra allí, y para sorpresa suya había una foto enorme de Jayananda Prabhu en la parte delantera de la carroza. Y había llamado a Gaynelle para compartir la noticia.
Me dijeron que Jayananda siempre fue muy bondadoso, incluso cuando era niño, y nunca habló mal de los demás. De las muchas historias que me contaron, sus cualidades santas brillaron incluso en su niñez. Gaynelle me contó que su hermano una vez pasó horas en unas vacaciones familiares en la playa sacándole las garrapatas y pulgas a un perro sin hogar. No podía soportar verlo sufrir. El sobrino de Jayananda recordaba que siendo niño pequeño había corrido alrededor de la mesa de la cocina con su tío, que se reía y cantaba Hare Krishna.
Cuando volví a la habitación de Jane, la familia estaba reunida alrededor de la cama, sosteniendo su mano. Su respiración era débil, y estaba a punto de salir del cuerpo. Salí para dar a la familia un poco de espacio, y unos cinco minutos más tarde, fueron a la recepción y pidieron que yo fuera a verla. Cuando abrí la puerta, vi que su cuerpo se había vuelto amarillento y ceroso; era evidente que el alma se había ido y que el cuerpo físico era todo lo que quedaba. La enfermera dijo que había partido, y la familia, aunque triste, también sintió alivio.
Gaynelle me contó que le había pedido apoyo a su hermano. Como él no podía estar presente físicamente en el fallecimiento de su madre, ella había estado buscando una señal de que él la estaba apoyando. Y sintió que el hecho de una devota estuviera presente y cuidando a su madre no era simplemente una coincidencia. ¡Creo que fue la infinita misericordia de Krishna!
Le agradecí a los familiares por haberme permitido servir a su familia, ofrecí mis pranamas y dije: “Hare Krishna”.