Nanda Kumar Prabhu, que en ocasiones fue el sirviente personal de Srila Prabhupada, compartió la siguiente remembranza:
Srila Prabhupada normalmente tomaba leche caliente por la noche, justo antes de ir a descansar. En ocasiones además tomaba arroz inflado, pero por lo general sólo tomaba leche caliente sin añadirle nada a ésta. Una noche, cuando le llevé la leche, había una energía especial en su habitación, que pude sentir inmediatamente. Srila Prabhupada estaba sentado en su escritorio leyendo el libro Krishna, la fuente del placer con sus anteojos de montura de metal.
Cuando puse el vaso de leche delante de él, levantó la vista con la más hermosa e inocente mirada infantil en su rostro y dijo: “Sabes, cuando leo estos libros es difícil creer que yo los escribí; aprendo algo cada vez que los leo. En realidad, yo no los escribí —los escribió Krishna—”. Era casi como si fuera un niño, la energía se sentía de manera muy pura e inocente.
Cuando regresé quince minutos más tarde para retirar su vaso y limpiar su escritorio, ya estaba levantándose para ir a acostarse. Yo rara vez o nunca estaba cuando él finalmente descansaba. Mi rutina diaria era recoger su vaso, limpiar su escritorio donde había estado el vaso, luego ir a su dormitorio y abrir la cama para cuando estuviera listo para descansar. Como él ya estaba dirigiéndose a la cama, pospuse la parte del vaso y el escritorio, y fui directamente a abrirle la cama. Era el momento perfecto, y mientras lo hacía se metió en la cama, y tuve la bendita oportunidad de levantar las cobijas y arroparlo.
La vibración de inocencia seguía impregnando sus habitaciones, y mientras lo arropaba en la cama levantó la mirada con amor puro e incondicional y dijo: “¡Oh, muchas gracias!”. Traté de mantener la compostura al ofrecer mis reverencias antes de volver a su escritorio para retirar su vaso y limpiar su escritorio. Fue una increíble experiencia y una bendición por la que estoy muy agradecido.
Toda gloria a Su Divina Gracia Srila Prabhupada.